Los once años de permanencia en Cuenca de Federico González Suárez le permitieron nutrirse del creciente interés en la cultura que se empezaba a notar en esta región, y, al mismo tiempo, desarrollar una cercana amistad con un grupo fundamental de intelectuales y políticos cuencanos, dos conceptos que en aquella época no estaban reñidos.
Jacinto Landívar desarrolla un interesante recuento de esos años y de la génesis de su Estudio Histórico sobre los Cañaris, obra pionera en la arqueología ecuatoriana.
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