Cuando a inicios del siglo XX los arqueólogos aficionados cuencanos, entre ellos Tálbot, Matovelle y Arriaga, se enfrascaron en una discusión académica con Monseñor Federico González Suárez en torno a la ubicación de "los reales aposentos de Tomebamba" como los llamó Cieza de León, debió intervenir Max Uhle (traído al país por J. Jijón y Caamaño), para aparentemente dilucidar en forma definitiva el problema.
Sin embargo, cuando se acerca el centenario de las investigaciones del sabio alemán, aún parece que hay muchos temas por aclararse tal como señala Manuel Carrasco en su artículo que puede ser leído en El Telégrafo.
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05 de Abril 2015.
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